Oración 19Feb – Coge el Madero

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Peregrino, ¿a donde vas?
si no sabes a donde ir.
Peregrino, por un camino
que va a morir.
Si el desierto es un arenal,
el desierto de tu vivir.
¿Quien te guía y te acompaña
en tu soledad?

Solo El, mi Dios, 
que me dio la libertad. 
Solo El, mi Dios, me guiará.

Peregrino, que a veces vas
sin un rumbo en tu caminar.
Peregrino, que vas cansado
de tanto andar.
Buscas fuentes para tu sed,
y un rincón para descansar. 
Vuelve amigo, que aquí en Egipto
lo encontraras. 

Peregrino, sin un porqué, 
peregrino sin una luz.
Peregrino, por el camino
que va a la cruz.
Dios camina en tu soledad,
ilumina tu corazón,
Compañero de tus senderos.
buscando amor

Jeremías 14,17-21

Mis ojos se deshacen en lágrimas,
día y noche, sin cesar,
por la terrible desgracia
de la capital de mi pueblo,
por su herida incurable.

Salgo al campo: muertos a espada;
entro en la ciudad: desfallecidos de hambre;
profetas y sacerdotes recorren el país sin entender

¿Es que has desechado a Judá?,
¿o acaso te has hastiado de Sión?
¿Por qué nos has herido, sin que haya cura para nosotros?
Esperábamos paz, y no llegó nada bueno;
en el tiempo de la cura, se presenta la angustia.

Señor, reconocemos nuestra culpa
y los delitos de nuestros padres;
te hemos ofendido.

Por tu Nombre, no nos rechaces,
no desprestigies tu trono glorioso,
recuerda tu alianza con nosotros,
no la rompas.

 

Nos hiciste, Señor, para Ti
y nuestro corazón
estará inquieto (x3)
hasta que descanse en ti

 

Meditación de San Agustín

(Hay una Palabra de Dios, un hablar de Dios que enciende la luz en medio de la tiniebla, que ordena el caos y la confusión del inicio de la creación. Un “Hablar de Dios” que queda silenciado por la angustia y la caducidad de la vida)

Del sermón segundo sobre el evangelio de Juan e San Agustín

¿Quién, en efecto, comprenderá: «En el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios»?
¿Quién, pues, captará esto, cuando todo lo que veis es mortal, cuando estáis viendo las mutaciones cualitativas no sólo de los cuerpos en el nacer, crecer, envejecer y morir, sino incluso las mutaciones del alma; cuando las diversas inclinaciones de la voluntad la llevan de un sitio para otro y hasta la dividen; cuando veis cómo los hombres son capaces de alcanzar la sabiduría si se acercan a su luz y a su calor, y cómo también pueden perderla si se alejan de ella por un afecto desordenado? ¿O quién, a fuerza de concentrar de algún modo todo el poder de su inteligencia, será capaz de llegar a tocar lo que realmente es? Y después de haberlo tocado, dentro de su capacidad, ¿quién será capaz de alcanzarlo?

Es como si alguien divisara desde lejos su patria, pero un mar se interpusiera entre los dos: ve a dónde ir, pero ignora el camino. Así nos ocurre a nosotros: anhelamos alcanzar nuestra condición estable, donde el ser realmente es, porque seguirá siendo siempre lo que es; pero está por medio el mar de este mundo, por donde caminamos, aunque ya vemos a dónde caminamos.

Muchos ni siquiera saben a dónde van. Pero para enseñarnos el camino, vino el mismo a quien queríamos ir. ¿Y qué hizo? Nos puso el leño con el que poder atravesar el mar. Nadie es capaz de pasar el mar de este mundo si no lo lleva la cruz de Cristo. A veces abraza al árbol de la cruz incluso el de ojos enfermos. Y quien de lejos no ve a dónde va, no se aparte de ella, y ella misma lo llevará.

Me gustaría, pues, hermanos míos, que penetrase esto en vuestros corazones: si queréis vivir una vida cristiana y fervorosa, uníos a Cristo en aquello que se hizo por nosotros. Así llegaréis a lo que él es y a lo que él era. Se acercó a nosotros hasta el punto de hacerse hombre. Y se hizo precisamente para servir de vehículo a los débiles, y que puedan atravesar el mar de este mundo y llegar a la patria.

 

Todo empezó en una Cruz

Todo empezó en una cruz
Donde un hombre sufrió y un Dios se entregó
Silenciosa la muerte llegó
Extinguiendo la luz que en un grito se ahogó
Viendo su faz de dolor
Una madre lloró y su amigo calló
Pero siendo una entrega de amor
Su camino siguió
Y en algún otro lado una luz se encendió

Siendo hombre, amigo, esclavo y maestro
Siendo carga pesada, profesor y aprendiz
Entregó hasta su cuerpo en el pan y en la vid
Desde entonces lo he visto caminar a mi lado
A ese Dios que se humilla y muere por mí
Es la barca en mi playa, el ruido del silencio
Que se acerca a su hijo y me abraza feliz
Que se acerca a su hijo y me abraza feliz

Viendo un humilde calvario
Con rostro cansado soporta la cruz
Y al verme rezando a sus pies
Se olvida de Él
Me toma en sus brazos y me acoge otra vez

Siendo fuego, paloma, el agua y el viento
Siendo niño inocente, un padre y pastor
Hoy acepta mi ofrenda, es mi vida, Señor
Desde entonces lo he visto caminar a mi lado
A ese Dios que se humilla y muere por mí
Es la barca en mi playa, el ruido del silencio
Que se acerca a su hijo y me abraza feliz
Que se acerca a su hijo y me abraza feliz

Y si ahora yo acepto esta cruz
Es por esa persona, ese Dios
Es por Cristo Jesús.

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