Formamos un grupo muy joven, y… unidos, trabajamos sabiendo que Dios nos ha elegido…, nos ha llamado para anunciar y dar testimonio del Evangelio, transmitir las enseñanzas de Jesús comunicando siempre su Amor…, no solo a los niños, adolescentes y jóvenes que de jueves a sábado llenan las salas de nuestra parroquia en los grupos de Comunión, Post-Comunión, Confirmación y Post-Confirmación también, a sus familias, a nuestros amigos más alejados, en nuestros trabajos, universidad, en nuestras propias familias…
Nuestro sí, lo expresamos poniendo ilusión y amor en lo que hacemos, con nuestra dedicación preparando cada semana las catequesis, oraciones, Eucaristía de los domingos, ensayos del coro, talleres, nuestras reuniones, convivencias, excursiones, participando en los encuentros agustinianos y de nuestro Arciprestazgo. Nuestro agradecimiento a los sacerdotes Agustinos que nos guían y acompañan…
¡«Ser catequistas» no es cosa fácil! Es mucho más sencillo «dar catecismo»… a unas horas establecidas… con un texto que explicar en las manos… con un programa a desarrollar… Se incurre en este peligro cuando se convierte uno en catequista con demasiada precipitación, en una situación pastoral que muchas veces demanda con urgencia una contribución inmediata a la educación de los muchachos en la fe. Antes que nada es importante «ser catequistas» lo demás viene por si solo. Tú mismo tal vez, después de haber adquirido el método y asimilado mejor el mensaje cristiano, adviertes en este punto
precisamente la necesidad de definir y cualificar tu identidad. Deseas «convertirte en catequista», es decir, rehacer un camino que personalmente te compromete a lo largo y ancho de itinerarios de fe que te sitúan junto a los muchachos para crecer con ellos en la vida de comunión con el Señor, en la escucha de la Palabra de Dios, en la oración y en la participación asidua en los sacramentos.
El catequista, por lo mismo, no debe olvidarse nunca de que la eficacia de su magisterio, más que a aquello que dice, sera proporcional a aquello que es, al calor que dimane de los ideales por él vividos y que irradie de todo su comportamiento. Su preocupación primordial será, pues, la de adecuar su propia vida espiritual a aquello que él enseña, cultivando la oración, la meditación de la palabra de Dios, la fidelidad en el propio cumplimiento del deber, la caridad para con los hermanos indigentes, la esperanza de los bienes eternos (Card. Giovanni Colombo).
En este camino es donde me acerco a ti para estar juntos delante del Señor, de la Iglesia, ante nosotros mismos, en el silencio y en la meditación, antes de anunciar la Palabra de Dios. Solamente de esta manera es posible llegar a descubrir la propia identidad de catequistas, que es un don antes que un compromiso, una.vocación antes que una opción personal, una respuesta de fe antes que un simple servicio de promoción humana. Puedes, sobre todo, releer en profundidad tu tarea catequistica,
captarla en sus aspectos esenciales y especificos; adquirir un nuevo modo de relacionarte con los muchachos y formarte una imagen de ellos a la luz de Dios. De hecho, el catequista acierta a dar con las respuestas de fe tan sólo cuando él en persona se pone con frecuencia a la escucha de la Palabra, la medita con sincera humildad y vive con entusiasmo su ministerio, redescubriéndolo de continuo de una
manera nueva y gozosa.
Este es el propósito que tiene que guiarte a lo largo de los tres itinerarios propuestos: bíblico, teológico y eclesial, para una relectura espiritual de tu servicio catequético. Te recomiendo evitar la tentación de la prisa. Detente más de una vez, ya que no se trata de lecciones, sino de sugerencias para la meditación personal o de grupo. Por ello, no busques aquí normas o métodos, sino tan sólo tu identidad de catequista a la luz de la palabra de Dios en la Iglesia actual. Advertirás que el lenguaje empleado, en los momentos de mayor intensidad, te interpela de una manera directa, a fin de que no te evadas de la provocación que te supone. Podrás vivir esta experiencia solo o en grupo, durante un curso de formación espiritual o en retiros para catequistas. Eso si, es necesario que recuperes la conciencia de la
importancia básica de la vida de comunión con Dios, a fin de cumplir con fidelidad tu servicio de la Palabra, que es un ministerio de gracia y exige competencia y santidad. Te deseo que el Espiritu del Señor te acompañe en las reflexiones que puedan sugerirte estas páginas, a fin de llegar a hacerte cada día más y más «catequista».