Novena de Navidad

La familia se reúne junto al belén, cogemos la figura protagonista del día y podemos quizás cantar un villancico al inicio.

24 de diciembre – El niño Jesús

Aquí estamos, Señor, reunidos en torno a ti,
no deseamos nada más sino encontrarte en nuestras vidas;
y aprender a reconocerte en el niño que nace en Belén.
Prepara tú nuestros corazones
para que recibamos con alegría y compromiso
el Reino de Dios que se hace presente entre nosotros,
proclamando con todos los ángeles y a través de nuestra vida
“Gloria a Dios en el Cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor”.
No cierres tus oídos a nuestra oración
para que meditando el misterio de la encarnación,
sigamos más de cerca, con Espíritu de hijos,
al crucificado que ha resucitado.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

El protagonista: El niño Jesús

Jesús es la razón de la Navidad, es un recuerdo y un acontecimiento. Dios ha decidido que la vida del hombre y la vida de Dios sean una única vida. Ante el niño del pesebre brota una ternura por su fragilidad, por su desnudez, por su debilidad, es el corazón humano que se compromete con la necesidad humana. Es Dios que hecho hombre nos hace más y mejores hombres. 

Lectura Bíblica: Lc 2,1-7

Por entonces se promulgó un decreto del emperador Augusto que ordenaba a todo el mundo inscribirse en un censo. Éste fue el primer censo, realizado siendo Quirino gobernador de Siria. Acudían todos a inscribirse, cada uno en su ciudad. José subió de Nazaret, ciudad de Galilea, a la Ciudad de David en Judea, llamada Belén pues pertenecía a la Casa y familia de David , a inscribirse con María, su esposa, que estaba encinta. Estando ellos allí, le llegó la hora del parto y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no habían encontrado sitio en la posada. 

Oración final

(Se coloca la figura en el belén)
Querido Niño Jesús,
así comenzábamos nuestras cartas a ti cuando éramos pequeños,
hoy queremos decírtelo porque hemos encontrado
la grandeza de tu amor por nosotros.
En nuestro caminar, nos hemos apartado de ti,
pero hoy queremos descubrirte de nuevo,
recibirte y seguirte por donde nos lleves,
porque reconocemos que tú eres el Señor del universo,
el Rey de la Gloria por siempre. Amén.
(se puede cantar algún villancico).

Despedida

El Dios de la Vida, que nos ha regalado al niño Jesús para nuestra redención, nos bendiga en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


23 de diciembre – Los reyes magos

Aquí estamos, Señor, reunidos en torno a ti,
no deseamos nada más sino encontrarte en nuestras vidas;
y aprender a reconocerte en el niño que nace en Belén.
Prepara tú nuestros corazones
para que recibamos con alegría y compromiso
el Reino de Dios que se hace presente entre nosotros,
proclamando con todos los ángeles y a través de nuestra vida
“Gloria a Dios en el Cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor”.
No cierres tus oídos a nuestra oración
para que meditando el misterio de la encarnación,
sigamos más de cerca, con Espíritu de hijos,
al crucificado que ha resucitado.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Los protagonista: Los reyes magos

Van buscando al que ha nacido. Mateo nos dicen que son unos sabios, quizás astrólogos que saben “leer” el cielo cuando creían que las cosas del cielo reflejaban las cosas de la tierra. Ahora sabemos que es en la tierra donde se refleja la vida del cielo. Después diremos de ellos que son reyes que buscan al Rey, los imaginaremos de todas las razas. Los magos son la humanidad peregrina y en búsqueda. Ellos reflejan a todas las personas que han visto en el cielo la estrella de la paz y la justicia, de la fraternidad universal y salen de sí mismos en búsqueda de Aquel que pueda gobernar nuestros corazones desde una profunda humanidad. Más allá de gobernantes corruptos, de estructuras de intereses particulares. Un nuevo Rey y un nuevo reinado. Los sabios de oriente “saben” descubrir toda la potencia de Dios en la fragilidad de un niño acostado en un pesebre.

Lectura Bíblica: Lc 1,39-58

Jesús nació en Belén de Judea, en tiempos del rey Herodes. Por entonces sucedió que unos magos de oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: ¿Dónde está el rey de los judíos recién nacido? Vimos su estrella en el oriente y venimos a rendirle homenaje. Al oírlo, el rey Herodes comenzó a temblar, y lo mismo que él toda Jerusalén. Entonces, reuniendo a todos los sumos sacerdotes y letrados del pueblo, les preguntó en qué lugar debía nacer el Mesías. Le contestaron: En Belén de Judea, como está escrito por el profeta: Tú, Belén, en territorio de Judá, no eres ni mucho menos la última de las poblaciones de Judá, pues de ti saldrá un jefe, el pastor de mi pueblo Israel. Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, les preguntó el tiempo exacto en que había aparecido la estrella; después los envió a Belén con este encargo: Averiguad con precisión lo referente al niño. Cuando lo encontréis, informadme a mí, para que yo también vaya a rendirle homenaje. Oído el encargo del rey, se marcharon. De pronto, la estrella que habían visto en oriente avanzó delante de ellos hasta detenerse sobre el lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella se llenaron de una inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con su madre, María, y echándose por tierra le rindieron homenaje; abrieron sus arquetas y le ofrecieron como dones oro, incienso y mirra. Después, advertidos por un sueño de que no volvieran a casa de Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.

Oración final

(Se coloca la figura en el belén)
Ven Espíritu de Dios a mi corazón,
no veas el sucio que pueda haber en él
y ayúdame a limpiarlo;
dame ojos nuevos para poder reconocer tu presencia
allí, donde nadie piensa que puedas estar;
dame pies nuevos para salir de mi palacio
y caminar, como los Magos, hasta tu pequeña casa de Belén.
Te doy gracias, porque cada día haces nueva mi existencia,
y así me haces testigo de tu amor con los hombres.
Que mi oro, mi incienso y mi mirra,
sean mi corazón, mi misericordia y mi acción.
(se puede cantar algún villancico).

Despedida

El Señor que nos pone en camino hacia su encuentro, nos bendiga en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén


22 de diciembre – Las mujeres del belén

Aquí estamos, Señor, reunidos en torno a ti,
no deseamos nada más sino encontrarte en nuestras vidas;
y aprender a reconocerte en el niño que nace en Belén.
Prepara tú nuestros corazones
para que recibamos con alegría y compromiso
el Reino de Dios que se hace presente entre nosotros,
proclamando con todos los ángeles y a través de nuestra vida
“Gloria a Dios en el Cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor”.
No cierres tus oídos a nuestra oración
para que meditando el misterio de la encarnación,
sigamos más de cerca, con Espíritu de hijos,
al crucificado que ha resucitado.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Los protagonista: Las mujeres del belén

No hay nacimiento de niño que no reúna a su alrededor un montón de mujeres. Todas son o van a ser madres y aportan ayuda a la nueva madre. Las lavanderas, las panaderas, las pastoras y sobre todo las matronas del belén abandonan sus obligaciones para ayudar a María y al Niño. Abandonan sus tareas pero no sus oficios. Ponen sus habilidades al servicio de las necesidades de la nueva madre. Dejan lo suyo para preocuparse de las necesidades del otro.

Lectura Bíblica: Lc 1,39-58

En aquellos días, se puso en camino María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
En cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, Isabel quedó llena de Espíritu Santo y exclamó a gritos: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que venga a verme la madre de mi Señor? Porque apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!”
Y dijo María: “Alaba mi alma la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la pequeñez de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor cosas grandes el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los de corazón altanero. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos con las manos vacías. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia – como había anunciado a nuestros padres – en favor de Abrahán y de su linaje por los siglos.”
María se quedó con ella unos tres meses, y luego se volvió a su casa. (Luc. 1:39-56 BJ3)

Oración final

(Se coloca la figura en el belén)
Señor, Dios de nuestras vidas,
te damos gracias porque has sido para nosotros Padre y Madre,
cuidándonos a cada instante,
llenándonos de dones para vaciarnos, como las madres, en los demás.
Danos un espíritu libre, sencillo y disponible a amar,
a quien sea y dónde sea,
para que, como niños pequeños,
nos dejemos conducir por ti
y así hagamos realidad la fraternidad
a la cual nos invitas.
Por Jesucristo nuestro Señor..
(se puede cantar algún villancico).

Despedida

Dios que es fuente de verdadera humanidad, nos bendiga en el nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén


21 de diciembre – Los pastores

Aquí estamos, Señor, reunidos en torno a ti,
no deseamos nada más sino encontrarte en nuestras vidas;
y aprender a reconocerte en el niño que nace en Belén.
Prepara tú nuestros corazones
para que recibamos con alegría y compromiso
el Reino de Dios que se hace presente entre nosotros,
proclamando con todos los ángeles y a través de nuestra vida
“Gloria a Dios en el Cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor”.
No cierres tus oídos a nuestra oración
para que meditando el misterio de la encarnación,
sigamos más de cerca, con Espíritu de hijos,
al crucificado que ha resucitado.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Los protagonista: Los pastores

El rey David antes había sido pastor, pero estos pastores sabían que nunca serían reyes. Trabajaban cuidando los rebaños de otros, con mucho frío, mucho trabajo y poco salario. 
A ellos llegó en primer lugar el anuncio del nacimiento del niño de Dios. Y fueron corriendo, a ver qué pasaba, quizás con más curiosidad que esperanza. Fueron, vieron y dieron gracias a Dios. 

Lectura Bíblica: Lc 2,8-14

Cuando los ángeles se marcharon al cielo, los pastores se decían: Crucemos hacia Belén, a ver lo que ha sucedido y nos ha comunicado el Señor. Fueron aprisa y encontraron a María, a José y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, les contaron lo que les habían dicho del niño.  Y todos los que lo oyeron se asombraban de lo que contaban los pastores. Pero María lo conservaba y meditaba todo en su corazón. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto; tal como se lo habían anunciado. (Luc. 2:1 PER)

Oración final

(Se coloca la figura en el belén)
En los más pobres de tu pueblo, Señor,
tú manifiestas la grandeza de tu amor.
Danos un corazón pobre y humilde,
como el de los pastores a quienes tus ángeles
anunciaron el nacimiento de tu Hijo;
para que te podamos reconocer en los más
necesitados de nuestra historia,
y, atendiendo su clamor, imitemos tu amor.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
(se puede cantar algún villancico).

Despedida

El Dios que enaltece a los humildes, nos bendiga en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén


20 de diciembre – Los ángeles

Aquí estamos, Señor, reunidos en torno a ti,
no deseamos nada más sino encontrarte en nuestras vidas;
y aprender a reconocerte en el niño que nace en Belén.
Prepara tú nuestros corazones
para que recibamos con alegría y compromiso
el Reino de Dios que se hace presente entre nosotros,
proclamando con todos los ángeles y a través de nuestra vida
“Gloria a Dios en el Cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor”.
No cierres tus oídos a nuestra oración
para que meditando el misterio de la encarnación,
sigamos más de cerca, con Espíritu de hijos,
al crucificado que ha resucitado.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Los protagonista: Los ángeles

Las obras de Dios en la tierra las hacen sus mensajeros, conocen los misterios de Dios y los comunican a los hombres. Ante la obra maravillosa del nacimiento del Hijo de Dios los ángeles cantan admirados al ver la maravilla de la misericordia de Dios

También muchos hombres actúan como ángeles, porque enseñan a mirar como Dios mira y porque llevan la fuerza de Dios a quienes lo necesitan. Son las manos que consuelan, las voces que animan, los compañeros en el camino.

Lectura Bíblica: Lc 2,8-14

Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. Se les presentó el ángel del Señor, la gloria del Señor los envolvió en su luz y se llenaron de temor.
El ángel les dijo: “No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.”
Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial que alababa a Dios diciendo: “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace.”

Oración final

(Se coloca la figura en el belén)
Tú has enviado, Señor, tu ángel para que camine delante de nosotros,
protegiendo nuestros pasos y guiándonos hacia tus caminos;
te sirves de ellos para anunciarnos buenas noticias.
Enséñanos a ser buena noticia para los demás,
a hacer el bien sin ninguna restricción,
así construiremos la paz con nuestros hermanos
y haremos realidad el Reino de Dios entre nosotros.
Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
(se puede cantar algún villancico).

Despedida

Dios que nos envía a anunciar su redención a todos nuestros hermanos y hermanas, nos bendiga en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén


19 de diciembre – La Estrella

Oración

Aquí estamos, Señor, reunidos en torno a ti,
no deseamos nada más sino encontrarte en nuestras vidas;
y aprender a reconocerte en el niño que nace en Belén.
Prepara tú nuestros corazones
para que recibamos con alegría y compromiso
el Reino de Dios que se hace presente entre nosotros,
proclamando con todos los ángeles y a través de nuestra vida
“Gloria a Dios en el Cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor”.
No cierres tus oídos a nuestra oración
para que meditando el misterio de la encarnación,
sigamos más de cerca, con Espíritu de hijos,
al crucificado que ha resucitado.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

La protagonista: La Estrella

En medio del cielo brilla una luz nueva, una entre muchas. Sólo quien se fije atentamente podrá verla, pero quien la siga descubrirá que Dios ha abierto una brecha en la historia de la humanidad. Hay luces potentes como el Sol, pero esta estrella brilla para que vayamos a buscar una luz aún más brillante.

Lectura Bíblica: Is 1,3-5

Mira, vengo pronto y traigo mi recompensa conmigo para pagar a cada uno según su trabajo.
Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin.
Dichosos los que laven sus vestiduras, así podrán disponer del árbol de la vida y entrarán por las puertas en la ciudad.
 ¡Fuera los perros, los hechiceros, los impuros, los asesinos, los idólatras, y todo el que ame y practique la mentira!”
Yo, Jesús, he enviado a mi ángel para daros testimonio de lo referente a las iglesias. Yo soy el retoño y el descendiente de David, el Lucero radiante del alba.
El Espíritu y la Novia dicen: “¡Ven!” Y el que oiga, diga: “¡Ven!” Y el que tenga sed, que se acerque, y el que quiera, reciba gratis agua de vida.

Oración final

(Se coloca la figura en el belén)
Te damos gracias, Señor, porque nos sigues amando,
y nos muestras a través de la creación
el camino que nos lleva a amarte.
Tu Hijo es la estrella radiante de nuestras vidas,
y así, toda la creación se llena de júbilo;
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra:
¡El Salvador ha nacido! ¡Nuestro Rey ha llegado!
Por eso, la alegría se hace presente en la historia,
y el pecado es vencido por tu Amor.
Infunde, Padre, ese espíritu de Amor
en cada uno de nosotros
para que seamos colaboradores de la
historia de salvación que nos revelas a cada instante.
(se puede cantar algún villancico).

Despedida

Que la alegría de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo nos acompañe siempre
y la llevemos a los demás. Amén


18 de diciembre – El buey y la mula

Oración

Aquí estamos, Señor, reunidos en torno a ti,
no deseamos nada más sino encontrarte en nuestras vidas;
y aprender a reconocerte en el niño que nace en Belén.
Prepara tú nuestros corazones
para que recibamos con alegría y compromiso
el Reino de Dios que se hace presente entre nosotros,
proclamando con todos los ángeles y a través de nuestra vida
“Gloria a Dios en el Cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor”.
No cierres tus oídos a nuestra oración
para que meditando el misterio de la encarnación,
sigamos más de cerca, con Espíritu de hijos,
al crucificado que ha resucitado.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Los protagonista: La mula y el buey

El nacimiento de Jesús no sólo alegra a sus padres sino que todo el mundo, todos los seres vivos se alegran de la llegada de un hombre que es totalmente Hijo de Dios. La naturaleza está en manos de los hombres que la hemos explotado y arruinado muchas veces. El nacimiento de Jesús ofrece una renovación del cuidado de la creación. 
Los hombres no siempre sabemos dejarnos arrastrar por el plan de Amor de Dios, pero los demás animales siempre obedecen el curso de su propia naturaleza. ¡Hasta los animales irracionales saben comportarse según las leyes de Dios mejor que algunos hombres! Porque a veces usamos nuestra razón para justificar los abusos y los rencores, para destruir poco a poco la casa común que es la Creación.
Hoy podemos aprender de la fidelidad y la generosidad de la mula y el buey que abrieron su pesebre para que Jesús tuviera un sitio donde dormir.

Lectura Bíblica: Is 1,3-5

Oíd, cielos, escucha tierra, que habla el Señor:
«Hijos he criado y educado,  y ellos se han rebelado contra mí.
El buey conoce a su amo,  y la mula el pesebre de su dueño;
Israel no me conoce,  mi pueblo no comprende».

¡Ay, gente pecadora, pueblo cargado de culpas,
raza malvada, hijos corrompidos!
Han abandonado al Señor, 
han despreciado al santo de Israel,
le han vuelto la espalda.

Oración final

(Se coloca la figura en el belén)
Al ver al biurrito y el buey, Señor,
vemos el regalo que nos has hecho en la creación.
Te pedimos perdón por aquellos que con intereses mezquinos
cada día acaban con parte de la naturaleza.
También te pedimos perdón por nosotros,
porque muchas veces no sabemos ser solidarios con quien nos necesita.
Danos un corazón de carne, para que sepamos ser misericordiosos
y dar nuestro calor humano a los demás.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
(se puede cantar algún villancico).

Despedida

El Dios creador, que nos recuerda su amor en cada huella de Él que encontramos en la naturaleza, nos bendiga en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén


17 de diciembre – San José

Oración

Aquí estamos, Señor, reunidos en torno a ti,
no deseamos nada más sino encontrarte en nuestras vidas;
y aprender a reconocerte en el niño que nace en Belén.
Prepara tú nuestros corazones
para que recibamos con alegría y compromiso
el Reino de Dios que se hace presente entre nosotros,
proclamando con todos los ángeles y a través de nuestra vida
“Gloria a Dios en el Cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor”.
No cierres tus oídos a nuestra oración
para que meditando el misterio de la encarnación,
sigamos más de cerca, con Espíritu de hijos,
al crucificado que ha resucitado.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

El protagonista: José

José recibe el encargo de Dios de ocuparse de la madre de su hijo. Quizás no sabía cómo actuar, quizás todo se le hacía demasiado grandioso para él, un simple hombre. Seguro que había imaginado una vida más sencilla con María, menos complicada. Y ahora se encuentra en un viaje hasta Belén, sin casa, refugiado en un establo. Todo depende de sus fuerzas y todo depende de la fuerza de Dios. José, no tengas miedo, San José, ¡que tampoco nosotros tengamos miedo!

Lectura Bíblica: Mt 1,18-25

La generación de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.  José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:

«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque
él salvará a su pueblo de sus pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del
profeta:  «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Enmanuel,
que significa “Dios-con-nosotros”» .
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer.
Y sin haberla conocido, ella dio a luz un hijo al que puso por nombre Jesús.

Oración final

(Se coloca la figura en el belén)
Tu amor, Padre, ha sido conocido por San José,
hombre justo y padre fiel;
él ha sido de quien Tú quisiste que Jesús aprendiera el amor paterno,
experiencia que luego relacionó contigo hasta decirte ¡Abba! (¡Papá!).
Ayúdanos a ser comprensivos con los demás,
buscando en nuestras relaciones siempre tu justicia,
y danos la capacidad de responderte diligentemente,
así como José lo ha hecho.
Que en el rostro de los niños sin padre
encontremos tu rostro
y asumamos esa tarea de ser padres en el Espíritu Santo.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
(se puede cantar algún villancico).

Despedida

El Dios que nos salva continuamente, quien ha bendecido a José con Jesucristo, nos bendiga en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén


16 de diciembre – La Virgen María

Oración

Aquí estamos, Señor, reunidos en torno a ti,
no deseamos nada más sino encontrarte en nuestras vidas;
y aprender a reconocerte en el niño que nace en Belén.
Prepara tú nuestros corazones
para que recibamos con alegría y compromiso
el Reino de Dios que se hace presente entre nosotros,
proclamando con todos los ángeles y a través de nuestra vida
“Gloria a Dios en el Cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor”.
No cierres tus oídos a nuestra oración
para que meditando el misterio de la encarnación,
sigamos más de cerca, con Espíritu de hijos,
al crucificado que ha resucitado.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

El protagonista: María

María escuchó el anuncio del ángel, se dejó hacer por Dios y que su Hijo fuera creciendo dentro de ella. Con fe acogió, con fe alumbró. Que ella nos ayude a acoger igual la Palabra que Dios nos dirige hoy.

Lectura Bíblica: Lc 1,26-38

En el mes sexto, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada
Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el
nombre de la virgen era María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo» .
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel.
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios.
Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.
Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco varón?».
El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios.
También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible».
María contestó: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y el ángel se retiró.

Oración final

(Se coloca la figura en el belén)
Te damos gracias, Padre, porque en María nos has mostrado la grandeza de tu amor.
Te pedimos que germine en nosotros la pureza de corazón,
y así seamos libres para hacer tu voluntad.
Abre nuestros oídos para que escuchemos tu Palabra,
y que en nuestros labios esté siempre el sí a punto.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
(se puede cantar algún villancico).

Despedida

El Dios de la Vida, que hizo fecunda la virginidad de María, nos bendiga en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

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